En una relación es fundamental ponernos en la piel del otro, intentar comprender el porqué de sus acciones y no juzgarlo. Para ello, es necesario observar continuamente a nuestros perros y tener buenos conocimientos sobre ellos.
La comunicación en la relación tendría que ser bidireccional, los perros nos están comunicando continuamente como se encuentran y además esa comunicación es franca y verdadera. En el momento en que nos damos cuenta de esto, nuestra capacidad para ayudarles se multiplica.
Una vez tenemos la mayor información posible sobre qué está pasando en una situación, ser capaces de valorar esa información y a continuación actuar.
Cada momento de la relación con nuestro perro es diferente, nuestra postura debe ser una postura de aprendizaje, de escucha, evitando establecer una relación en la que el perro siempre es el alumno, la parte que no sabe, que no aprende, que necesita nuestra guía continuamente en su vida.
Desde una actitud paciente estaremos en una mejor posición para controlar nuestras emociones y por tanto nuestra forma de actuar, ayudando así a resolver situaciones sin añadir dificultades adicionales.